Hace rato que debatimos que el arte y la estética no debieran limitarse al ámbito de lo privado o enclaustrarse en museos, y que el espacio publico no debiera ser monopolizados por la publicidad y la propaganda.
No es casual que otro día, Octavio Calvo, en su nota Forcejeos textuales de un paisaje con carencias esteticas recordaba el primer Nu Art, como el punto en el que empezamos a hablar de esto publicamente. Alla por el 2010, empezamos a cuestionar la monopolizacion del espacio publico y la contaminación visual de la mano de la publicidad y la propaganda. Como bien relata el artista plástico, en aquellas conversaciones nos gustaba imaginar una ciudad donde la estética ocupase esos espacios, donde nuestra identidad como ciudad estuviese definida por los colores y los trazos de aquellos artistas que embellecieran nuestro entorno, en lugar de encapsular sus obras en espacios particulares. Contábamos con pocas, pero contundentes referencias, en aquel entonces algunas paredes habían dejado de ser un espacio vació, para convertirse en parte del relato visual de quienes somos. Algunas obras colectivas y algunos artistas callejeros empezaron a adueñarse del paisaje urbano y con entusiasmo debatíamos las posibilidades de que proliferaran aun mas.
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Obra de Octavio Calvo. Fotografia de Arturo Harald Olivera Paez |
No es casual que otro día, Octavio Calvo, en su nota Forcejeos textuales de un paisaje con carencias esteticas recordaba el primer Nu Art, como el punto en el que empezamos a hablar de esto publicamente. Alla por el 2010, empezamos a cuestionar la monopolizacion del espacio publico y la contaminación visual de la mano de la publicidad y la propaganda. Como bien relata el artista plástico, en aquellas conversaciones nos gustaba imaginar una ciudad donde la estética ocupase esos espacios, donde nuestra identidad como ciudad estuviese definida por los colores y los trazos de aquellos artistas que embellecieran nuestro entorno, en lugar de encapsular sus obras en espacios particulares. Contábamos con pocas, pero contundentes referencias, en aquel entonces algunas paredes habían dejado de ser un espacio vació, para convertirse en parte del relato visual de quienes somos. Algunas obras colectivas y algunos artistas callejeros empezaron a adueñarse del paisaje urbano y con entusiasmo debatíamos las posibilidades de que proliferaran aun mas.
Recuerdo que Steven Dustin Ferreyra (Mundo Patetic) cerro el ciclo de charlas con un emotivo manifiesto donde le reclamaba a la ciudad mayor apertura y menos prejuicio con el arte callejero.
Hoy existen varias iniciativas que tratan de intervenir el espacio publico y llenarlo de ideas. Hoy podemos centrar el debate en el paisaje urbano que anhelamos como ciudad, como re diseñarlo, como distribuir los vacíos para que se llenen de arte en lugar de propagandas. Aun estamos lejos de tener una estética que soñemos colectivamente, pero mas lejos aun quedaron aquellos prejuicios de condenar al arte callejero como un acto de vandalismo. Por el contrario, en la actualidad se condena mas la usurpación que hace la propaganda, por sobre la intervención de algún artista, y eso se lo debemos a cada uno de los artistas y colectivos que empezaron a hacer esta evolución posible.
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Obra de Octavio Calvo. Fotografia de Arturo Harald Olivera Paez |
Hoy celebramos que nuestra ciudad se impregne de colores, ideas y diversos creadores realcen la estética del espacio publico. En medio de esta celebración no podemos dejar de agradecer a Alberto Nicolas Paredes Urquiza, por su iniciativa y gestión para hacer la obra "La parada" de Octavio Calvo fuese un parte del paisaje urbano. Y nos cabe reflexionar que, si quienes aspiran a ser elegidos a un cargo publico invirtieran en mociones como estas, el arte en el paisaje urbano proliferaría más que los nombres propios, y los ciudadanos estaríamos agradecidos.